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Todo bien limpio |
Crecer sin horizontes tiene una repercusión en el conjunto del desarrollo personal, en el ámbito individual, así como colectivo en el de la comunidad. No tengo dudas. Resulta muy difícil evolucionar hacia nuevos y diferentes estadios si nada te los evoca, si nada te permite imaginar que existan. Lo más parecido a un horizonte en esos lugares es el cabo de la calle. ¡Que paradoja!
Estar al cabo de la calle significa estar perfectamente al caso de un asunto. Quizá por eso, porque algunos tienen la determinación de fijar mi mirada en el cabo de la calle, perciben que se deben obligar a sí mismos a buscar horizontes. Digamos que les pica la curiosidad. Por suerte.
Las comunidades cerradas en ellas mismas, como las de tantos barrios, tienen pocas oportunidades más allá de seguir cíclicamente replicando clichés. Los cambios, que ocurren, acostuman a venir de la mano de algunos aventureros que se deciden a transgredir lo de siempre, a viajar, a transitar por caminos desconocidos. El resultado les transforma en algo nuevo, híbrido. Visionarios incomprendidos o camaleones adaptativos...cada caso es particular.
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Libreria Marquès |
Algunos lo intentamos.
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